¿Cuántos agradecen: “solo uno”?, por Jorge Luis Pérez

¿Cuántos agradecen: “solo uno”?

PARTE 1

Lucas 17: 11-19

Se ha dicho que la gratitud, es “la cualidad de lo agradable”, es la respuesta lógica y natural (o debería ser!!) a la recepción de un favor inmerecido.

La gratitud es aquel sentimiento que nos hace valorar lo que recibimos de parte de otro; es el sentir dentro de nuestro ser, de aprecio por el bien o el favor que se nos ha hecho.

En infinidad de textos o búsqueda de datos, podemos encontrar muchas definiciones y opiniones sobre la gratitud. Se la define también como: “un valor de importancia social ya que, le aporta al individuo y a la sociedad grandes beneficios en general”. Entre esos beneficios están:

  • la sensación de bienestar tanto en quien la expresa como en quien la recibe;
  • la disminución del estrés, la depresión y la ansiedad;
  • la mejora en la calidad del descanso personal;
  • la mejora las relaciones familiares, interpersonales y sociales;
  • el reconocimiento de la autoestima del otro y la idea de seguir siendo generoso y amable con todos, etc.

La Biblia nos enseña a ser agradecidos; en 1° Tesalonicenses capítulo 5:18 se nos exhorta a que: cualquiera sea el tiempo, cualquiera sea la situación o circunstancia que vivamos, debemos “dar a gracias a Dios en todo”.

En Colosenses capítulo 3:15 se nos exhorta en el mismo sentido a “ser agradecidos”.

dar gracias a Dios en todo y por todo”: esta debería ser la actitud, la emoción, la experiencia arraigada en nuestro corazón ha dicho el gran predicador W. MacDonald.

La gratitud debería ser una forma de vida para cada uno de nosotros; una actitud diaria que fluya naturalmente desde lo profundo de nuestros corazones y que así, se exprese por nuestros labios.

Muchos pasajes guardados en la Sagrada Escritura nos invitan a practicar la gratitud y a tener en nosotros un espíritu de gracia.

Los salmistas lo expresan en una gran cantidad de pasajes.

El Salmo 75:1 dice, “gracias te damos, oh Dios, gracias te damos pues cercano está tu nombre; los hombres cuentan tus maravillas”. Aquí tenemos dos motivos para estar agradecidos: primero porque Dios está cerca y segundo, porque podemos ver sus maravillas en todo nuestro ser, y también en todo aquello que nos rodea cada día.

El Salmo 100 nos invita a “entrar por las puertas de los atrios del Señor con acción de gracias, con alabanzas, porque Dios es bueno”.

Pero quiero, a propósito de este tema, que podamos detenernos unos segundos en la historia del Evangelio de Lucas capítulo 17, la experiencia de aquellos diez personas leprosas que narra la Biblia.
El Señor caminaba hacia Jerusalén y dice la Escritura que pasaba entre Samaria y Galilea.

Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres que padecían esta triste enfermedad de la lepra. Al ver al Señor se pararon de lejos y alzando sus voces gritaban: “Jesús Maestro, ten misericordia de nosotros”.

Aquellos hombres estaban excluidos de todo, no tenían acceso a nada y, además no podían tener contacto con nadie. Su condición de vida era sumamente triste, dignos de lástima, estaban afuera, sin nada y sin nadie. Eran excluidos de todo tipo de relación (familiar, social y espiritual) que pudiera darse en aquella comarca, eran considerados inmundos ya que, en aquel contexto del tiempo bíblico, la lepra era una manifestación del juicio de Dios.

Pero lo más triste era que además “tenían un corazón necesitado”.

El Señor les dijo: “Vayan y muéstrense a los sacerdotes”. El sacerdote no tenía poder para sanarlos de su enfermedad, pero era el que estaba designado en aquel entonces para pronunciarlos limpios atestiguando que ya no estaban enfermos; por eso el Señor les envía a ellos; yendo por el camino fueron limpios y entonces al llegar a los sacerdotes, estos solamente debían declarar que estaban sanados para ser así aceptados y recibidos nuevamente en aquella sociedad.

El tema puntual es que, producto de semejante bendición y alegría entre la restauración y la sanidad que el Señor había obrado, solo uno se dio cuenta de lo que Cristo había hecho y de la necesidad e importancia del agradecimiento, sí, solo uno!!!.

Los otros nueve estaban tan felices de su sanidad que no sintieron la necesidad de volver para agradecer, “querían seguir con su vida y disfrutar plenamente lo que estaban viviendo”. Así es en la vida!!!, no siempre agradecemos como corresponde o se nos agradece de tal forma.

Este único que regresó, nos enseña varias cosas:

  1. el gesto de la gratitud:      “se postró en tierra a sus pies”
  2. el acto de la gratitud:        “dándole gracias”
  3. el detalle de la gratitud:    “era samaritano”

Este no solo volvió dándose cuenta de lo que le había pasado, sino que vino con un verdadero espíritu de agradecimiento y de reconocimiento; además era “samaritano”, es decir que no pertenecía al pueblo de Israel, era extranjero, aún más se destaca la actitud de esta persona.

Esto da lugar a tres preguntas que se hace el Señor Jesús, el dueño de todas las respuestas:

. ¿no son diez los que fueron limpiados?

. y los nueve ¿dónde están?

. ¿no hubo quién volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

Nos vamos a mirar la ingratitud de los otros nueve leprosos, el tiempo y la historia ya los ha juzgado; en realidad lo que vale es la actitud de este último, de aquel que vuelve agradecido.

Una lectura más detallada del texto bíblico nos ayuda a ver algunas cosas que suceden en el corazón del que agradece:

  1. el corazón agradecido es un corazón que piensa y reflexiona correctamente sobre la realidad que le toca vivir: el verso 15a dice “VIENDO”. La gratitud nos hace pensar en todo lo que sucede a nuestro alrededor y en todo lo que nos sucede a nosotros mismos.
  • el corazón agradecido, es un corazón que esta lleno de alabanza y reconocimiento: el verso 15b dice que “volvió glorificando a Dios a gran voz”; suponemos que vendría por el camino gritándole a todos, lo que había vivido gracias al poder de Jesucristo. 
  • el corazón agradecido es un corazón que no escatima los gestos ni las palabras de gratitud. La expresión “dándole gracias” nos da la idea de que no paraba de manifestar con palabras su gratitud al Señor.
  • el corazón agradecido, es un corazón lleno de reconocimiento al poder de Dios y a la gloria que solo le pertenece a Dios. El verso 16a dice “se postró en tierra”; esta es la idea de muchos pasajes de la Biblia cuando nos enseñan el acto y la actitud de la adoración, postrarse en tierra, inclinados; no hay un lugar más bajo para una persona que estar inclinada en tierra; tampoco hay un lugar más alto en el cual podamos estar, inclinados ante la Soberanía, el Poder y la Majestad de nuestro Señor Jesucristo.
  • el corazón agradecido, es un corazón lleno de la gracia de la salvación, que sé goza en todo lo que ha encontrado en Jesucristo. El verso 19 dice: “levántate, tu fe te ha salvado”. 

Debemos ser agradecidos por todo lo que somos y tenemos en Jesús; por todo lo que Dios nos da a través de Él.

por Jorge Luis Pérez

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