El gran misterio, por José Tomás Cruz Neme

El gran misterio

Desde la antigüedad, por boca de los profetas de Dios fue anunciada la venida de un Salvador y su obrar aquí en la tierra. Podemos verlo en Isaías 7:14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”, en Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”,
Miqueas 5:2 “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.”, en Miqueas 23:5 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.”, en
Isaías 53:4-6: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”, etcétera.

Si nos detenemos a observar las palabras empleadas por los profetas, es inevitable notar que este Mesías no iba a ser un ser humano como cualquiera, sino que iba a tomar lugar un suceso tan singular como incomprensible y glorioso: la manifestación en carne del mismo Dios creador del universo.

Es el mismo Dios eterno, el gran “Yo Soy” quien se muestra encarnado en la persona gloriosa de Jesucristo por medio del Espíritu Santo en María, y este niño, “el Cordero de Dios”, iba a derramar su sangre en propiciación por nuestros pecados, pagando la multa de nuestros errores y por medio de él poder hallarnos justos delante del Padre.

Es el nacimiento del mismísimo Verbo el que rememoramos en estas fechas, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:6-11.

Es sin duda sublime meditar en este hecho tan portentoso, nos muestra el amor
incomparablemente excelso de Dios. Que podamos gozarnos en este regalo tan necesario y que podamos compartir estas buenas nuevas con todos los que nos rodean.

Dios te bendiga, y desde ya te deseo una feliz navidad y un esperanzador año nuevo.

José Tomás Cruz Neme, 21 años
Estudiante de ingeniería Mecánica
Un joven de avivamiento – www.mamasqueoran.com
San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina

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