Hoy nos toca leer Proverbios, capítulo 16. Ver link: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Proverbios+16&version=RVR1960
A medida que nos adentramos en la lectura de este Proverbio podemos observar como el sabio Salomón nos da un pantallazo general sobre cómo se comporta el ser humano perverso y sobre como el entendido busca de Dios y actúa como Él dispone. Es realmente interesante el notar cómo en los primeros versículos, hace especial énfasis en que las disposiciones del corazón del hombre alejadas de Dios no poseen garantía alguna.
Cuantas veces nos encontramos preocupados por las cosas que aún no suceden, creemos que si todo se encuentra planeado al mínimo detalle, todo saldrá de «la mejor manera» o al menos de la manera que suponemos es la mejor para nuestro acotado entendimiento. Pero en nuestro día a día nos olvidamos de Dios, creemos que Dios solamente se encuentra en la iglesia o en los momentos de angustia y preocupación cuando más necesitamos del apoyo de alguien soberano. Algunos más osados tal vez lo incluyen en sus momentos más cotidianos, sienten a Dios al agradecer por los alimentos que Él nos provee, se acuerdan por las noches de clamar al Altísimo por protección y bendición para sus seres queridos. Queremos rebajar al Creador de todo el universo a una simple llamada de emergencia, a un simple ídolo que sacamos del bolsillo cuando parece que ya no existe otra salida, cuando en realidad, aunque nosotros no queramos reconocerlo ya que muchas veces la voluntad de Dios no es nuestra voluntad, Él está por encima de todo aquello que el hombre pueda planear.
Creemos que todo aquello que planeamos es lo correcto, creemos que nuestras intenciones son buenas, pero sólo Dios conoce la verdad, no somos suficientes por nosotros mismos para pensar o decir algo que sea sabio y bueno. Dios las juzga y sólo su gracia renovadora nos prepara para toda buena obra. «¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos’’ Salmo 19:12. Si no renovamos nuestro entendimiento no podremos hacer nada bueno, Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9.
La mejor manera de asegurarnos que nuestros sueños y metas se realizarán es dedicando nuestras obras al Señor.
J. Allen Blair aconseja:
«Ocasionalmente nos encontramos preocupados y deprimidos, aun intentando hacer la obra del Señor. ¿Hay algo que se aleje más de lo que Dios desea que ese estado? Dios no puede obrar a través de corazones ansiosos. Cuando un creyente llegue a este estado de ánimo, debería preguntarse: ¿de quién es esta obra? Si la obra es de Dios, entonces no olvidemos que la carga es suya también. La persona importante no eres tú, ¡Es Cristo! Él está obrando por medio de nosotros. ¿Entonces qué debemos hacer cuando las cosas no van bien? ¡Ir a Él! Menos que eso es desobedecer.»
Ciertamente la única manera de poder cambiar nuestro entenebrecido entendimiento y nuestra perversa forma de ser es mediante la gracia de Dios y Su Palabra. La Palabra de Dios nos guía en Su perfecta voluntad. Cuando necesitamos dirección especifica en asuntos que la Palabra de Dios no menciona, llegamos a conocer Su Voluntad esperando en Él en oración. Entonces nos damos cuenta que toda decisión es de Jehová, Benditos sean los que se entregan a la voluntad de Dios, porque Él sabe lo que es bueno para ellos.
«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»
Para conocer la voluntad de Dios, debemos sumergirnos en la Palabra de Dios escrita, saturar nuestras mentes con ella, orando que el Espíritu Santo nos transforme a través de la renovación de nuestras mentes, para que el resultado sea lo que es bueno, agradable y perfecto – la voluntad de Dios.
Mi nombre es Misael Clemente, tengo 22 años. Vivo en Tucumán, Argentina. Actualmente soy estudiante de medicina y profesor de inglés. Dentro de su iglesia, Dios me permitió servirle como líder en el ministerio con adolescentes y tocar la batería en el ministerio de alabanza. A Él sea toda la Gloria. Amén
