Jóvenes de Avivamiento, día 8/31, por Esteban Pérez Cartea

Hoy nos toca leer Proverbios, capítulo 8. Ver link: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Proverbios+8&version=RVR1960

El discurso de la sabiduría.

A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! ¡Escúchenme que diré cosas importantes!  (Pr 8:4-5 NVI)
Así grita, a voz en cuello, la sabiduría, es la inteligencia tratando de hacerse escuchar. Desde un punto alto, en el que todos la vean. En los caminos transitados o en las puertas de la ciudad, uno de los principales puntos de reunión. Está interesada en que todos la escuchen claramente, y le presten atención. Tiene un importante mensaje para para mí y para vos.

Empecemos conociendo a nuestro mensajero. ¿Quién es esta sabiduría que quiere llamar nuestra atención?

¿Quién es esta sabiduría que tiene un mensaje tan importante?

  • Es la sabiduría de Dios, la cual es muy diferente a la sabiduría que el mundo puede poseer. El apóstol Pablo en su carta a los corintios dice “¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría de este mundo? Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación a los que creen.” (1 Co 1:20-21 NVI)

¿En que nos aprovecha la sabiduría de este siglo si no nos ayuda acercarnos a Dios, a vivir una vida que le agrade a él y tener una comunión más íntima? ¿De qué les sirvió a los grandes pensadores de la historia acumular tanto conocimiento, si no les ayudó a ver su condición de pecadores y buscar a su Señor?
La sabiduría que nos está llamando es mucho más que acumular conocimiento y experiencia.

  • El temor de Dios.  Una correcta definición, que nos lleve a conocer a nuestro mensajero, la podemos encontrar en el libro de Job, donde podemos leer: “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.” (Job 28:28 RV ’60)

Cuando hablamos del temor de Dios, no es un miedo al fuego consumidor que Dios es, ni a su castigo. Estamos hablando de un temor reverente, un respeto por la grandeza y santidad de Dios, que nos concientiza de nuestra condición de siervos y nos lleva a obedecer sus mandamientos. Esa es la sabiduría de la que nos habla Proverbios 8. Adorar a Dios, escuchar su palabra y obedecerla.

  • Cristo. Entre los versículos 22 y 31, Salomón narra en una forma poética la relación de la sabiduría con la creación de Dios, y muestra su función de “arquitecto” durante la misma. Sin lugar a dudas, nos quedamos fascinados con la sabiduría de Dios cuando apreciamos su creación. Desde las galaxias, hasta las moléculas que componen el cuerpo humano, dan muestras más que elocuentes de la sabiduría de Dios que nos llevan a humillarnos y adorarle. 
    Pero hay algo más en este pasaje. Se podría trazar un paralelismo con Juan 1, donde nos presenta a Jesús como el verbo de Dios, por quien y para quien fueron hechas todas las cosas. Nos muestra al verbo, que por nosotros se hizo carne, participando en la creación.

Pablo dice en 1 Co 1:24, que para los creyentes, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios.

Ahora que podemos comprender un poco mejor a nuestro mensajero, escuchemos lo que tiene para decirnos. 

¿Cuál es su mensaje?

“Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; Todos los que me aborrecen aman la muerte.” (Pr 8:34-36 RV ‘60)

El mensaje que tiene para nosotros es tan simple como importante. Quien halla la sabiduría de Dios, quien halla a Jesús, halla la vida. Vida en abundancia. Vida que es eterna.
Todo aquel que sea temeroso del Señor, y guarde su palabra, recibe sus bendiciones.

En el versículo 17 nos dice que se da a conocer a los que madrugando lo buscan. A su vez, en el versículo 34 añade que son bienaventurados los que velan por buscar la sabiduría cada día
Los términos “Velando”, “Cada día” y “madrugando” nos hablan de un empeño diario puesto en encontrar esta sabiduría. Así es como nos invita a actuar Dios. De esta forma vamos a poder alcanzar sus más ricas bendiciones.
Pidamos esta sabiduría al Dios de la sabiduría, como dice Santiago en su carta “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Stg 1:5)

También nos advierte de las consecuencias de no seguir este consejo. Nos dice que quien la rechace, ama a la muerte. La muerte en sentido de separación de Dios tanto en este mundo, como en la eternidad. Dios, en su amor, nos da la posibilidad de acercarnos a él, y tener vida. Pero también nos dio libre albedrio, para que sea decisión de cada uno. ¿Vamos a buscar una relación con él o vamos a rechazarla y abrazar a la muerte?

Beneficios de encontrar la sabiduría.

Vale más la sabiduría que las piedras preciosas y ni lo más deseable se le compara. 

Adam Smith, en su famosa obra “La riqueza de las naciones”, diferencia dos conceptos al estudiar el valor de un bien. Por un lado, el “valor de cambio», cuya determinación no es de nuestra incumbencia, sino que nos limitaremos a decir que se refiere al precio que se debe pagar, en el mercado, para obtener un bien. Y por otro lado, conceptualiza el “valor de uso” diciendo que cada bien o servicio tienen la característica principal de satisfacer una determinada necesidad humana, y el valor de uso se mide en la aptitud de cada bien para satisfacer dicha necesidad, como un vaso de agua en el desierto. 
Podríamos afirmar que, si bien no tenemos que pagar un precio por la sabiduría, esta es invaluable en comparación a las piedras preciosas, ya que satisface todas nuestras necesidades.
En este mundo capitalista, en el que el foco está tan corrido, donde somos lo que tenemos, quizás sea difícil entender este concepto. Pero si miramos esto desde la óptica divina, desde una perspectiva eterna, podemos comprender que el verdadero valor de las cosas se encuentra en su aptitud de acercarnos al creador.

Esforcémonos y roguemos a Dios para poder alcanzar esta sabiduría. Y recordemos que no hacer nada también es una respuesta. Quedarnos a mirar cómo pasan los días es rechazar la sabiduría. Pensar que la sabiduría es para los mayores, o los aburridos, es rechazar la sabiduría. Empecemos hoy a ser sabios en nuestro andar.

Estaba Pérez Cartea

Por Esteban Pérez Cartea (23). Vivo en Argentina. Dedicado al ministerio musical y al trabajo con niños, adolescentes y Jóvenes. Una forma de mostrar el amor de Dios al prójimo, y nuestra gratitud al Señor.

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