“Los justos se alegrarán cuando vean la injusticia vengada; se lavarán los pies en la sangre de los perversos. Entonces, por fin, todos dirán: «Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios; es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra».“ Salmo 58: 10-11.
En este salmo David pone de manifiesto la inequidad con la que obraban aquellos de los cuales se esperaba que administren justicia. En esa época también había jueces injustos, aunque este salmo en la versión NTV comienza dirigido a los gobernantes en general.
El versículo 2 nos dice que estas injusticias de los jueces o gobernantes provenían de sus propios corazones, los cuales estaban inclinados a lo malo, ya que tramaban injusticia y desparramaban violencia por toda la tierra. El profeta Jeremías completa esta idea diciendo: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremias 17:9
Además Jesús nos enseñó sobre esto: “Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los contaminan».” Marcos 7:21-23
Si bien es cierto que tanto en aquellos tiempos como en nuestros días, hay gobernantes injustos, la actitud del verdadero cristiano debiera ser la de orar por las personas en autoridad en lugar de emitir juicio y en todo caso esperar la “venganza de Dios”
“Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad.” 1 Timoteo 2:2
Y también el apóstol Pablo nos advierte: “Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: «Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen» dice el Señor. “ Romanos 12:19
Los justos se alegran cuando los gobernarntes ejercen justicia, pero cuando vemos que esto no pasa, o cuando no estamos de acuerdo con las decisiones de los que están en posición de autoridad, la Biblia nos invita a orar por ellos.
Además y teniendo en cuenta que nuestras Palabras tienen poder para bendición o maldición, no somos nosotros los que estamos en posición de juzgar, criticando o maldiciendo, sino que en todo caso, debemos esperar en la justicia de Dios, que es la única perfecta.
Por Daniel Zangaro
