Cartas de fe para las Mamás que Oran – Carta del Apóstol Pablo a los Romanos, Romanos Capítulo 1. Daniel Zangaro

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:16-17)

El apóstol Pablo no se avergonzaba del Evangelio porque tenía muy claro que es poder de Dios para salvación y liberación. El hombre solo puede conseguir esta salvación cuando responde personalmente creyendo y confiando en la Palabra de Dios.

Según el teólogo John Piper existe una diferencia entre sentirse avergonzado del evangelio y ser avergonzado por él. Todo cristiano fiel, será avergonzado por el evangelio. Es decir, probablemente será el blanco de ataques de burlas y oprobio. Pero hay una buena razón por la cual no debemos avergonzarnos  cuando esto suceda y esta está relacionada con lo dicho acerca de Jesús en Hebreos 12.2 dice, “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. El oprobio recibido por Jesús, fue en extremo desagradable, cruel y humillante, sin embargo no dejó dominarse por él, sino que cuando fue avergonzado, se enfocó en el gozo puesto ante sí, dejó de lado sus propios sentimientos para asegurar la victoria a largo plazo.

El Evangelio es poder de Dios para salvación para todo el que cree, ¿pero que significar creer?

La palabra griega pistevo tiene un significado bien profundo, por un lado implica creer en las verdades del Evangelio, en cuanto a su contenido, pero también su concepto abarca la confianza, la entrega personal que debe tener la persona que cree, poniéndose completamente a disposición de Jesús. Por lo tanto creer en Cristo no es simplemente algo que se hace simplemente desde lo intelectual sino que requiere una entrega mas profunda.

Pablo destaca además que la justicia de Dios es por fe y para fe. Solo de esa manera alcanzamos justificación delante de Dios, por lo cual y de esta manera el justo como hombre justificado por Cristo, vive por la fe.

La pregunta que podemos hacernos hoy es: ¿Realmente estamos creyendo en el Evangelio como poder de Dios para entonces no avergonzarnos de él?

Aún siendo cristianos por muchos años podemos perder de vista esta gran verdad y olvidarnos del tremendo poder que lleva en sí misma la Palabra de Dios. Y si este fuera el caso sería útil preguntarnos cuando comenzamos a perder esta seguridad y que lo produjo.

Muchos creyentes no se identifican como tales en sus trabajos por miedo a ser perseguidos o que decir de nuestros niños y jóvenes en escuelas y universidades quienes muchas veces son objeto de bullying simplemente por sostener sus creencias. En otros casos ni siquiera los familiares conocen que uno de los suyos es un cristiano nacido de nuevo.

Es tiempo de volver a creer, con la seguridad y valentía de los que están dispuestos aún a soportar el oprobio por causa de la predicación del Evangelio en lugar de avergonzarse de él.

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Daniel Zangaro

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