Día 3/40 días con el Nuevo Testamento, la nueva campaña del Ministerio Internacional Mamás que Oran

Hoy nos toca leer Mateo, capítulos 15 al 21 – Ver Link: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+15&version=RVR1960

MANOS Y BARBIJOS

¿Qué nos estará queriendo enseñar el Señor a través de la situación mundial que se está viviendo?

Creo que el Señor en su inmenso amor y misericordia, oprimió un botón en su computadora y programó un tiempo fuera, fuera de los trabajos, fuera de las escuelas, de los restaurantes, de las iglesias, los cines, las vacaciones, los paseos y los clubes, etc. Programó éste tiempo fuera y nos colocó a la gran mayoría en cuarentena, con solo dos premisas: usar barbijos y mantener nuestras manos limpias. Parece que Dios quiere que nos detengamos por un momento y realicemos una autoevaluación.

Manos Sucias o Manos Limpias

“¿Por qué tus discípulos no siguen las costumbres que nuestros antepasados han practicado desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no se lavan las manos antes de comer?” Mateo 15:2 TLA

Estamos atravesando días muy convulsionados y uno de los enfoques que estamos teniendo, es el lavado de nuestras manos, cosa que Jesús ya había hablado hace más de 2000 años.

Nuestras manos representan nuestras acciones, manos que podemos usar para hacer el bien o el mal. Muchas manos están sucias, porque son usadas para robar (Mt. 21:13), para destruir, para derramar sangre inocente (Mt. 20:19), para cometer suicidios, para practicar abortos, para maltratar familias, para señalar, para participar en juegos de azar, para llevarnos a la boca alcohol o drogas, para cometer adulterio, para construir ídolos, para crear música, pinturas o películas obscenas que nos degradan como personas, y la lista podría seguir.

Pero por otro lado nos encontramos con las manos limpias, como las de nuestro Señor Jesús. Que nos enseña que debemos extenderlas para mostrar amor y misericordia, para sanar (Mt.15:30) y liberar, para alimentar (Mt.15:36), para servir a otros (Mt.20:28), para trabajar, crear y construir, para ser generosos, para cargar la cruz (Mt.16:24), para mostrar nuestra rendición y adoración a Dios.

Ahora vayamos a la segunda premisa, los barbijos.

Barbijos

“Lo que los hace impuros delante de Dios no es la comida que entra por su boca. Lo que los hace impuros son los insultos y las malas palabras que dicen.” Mateo 15:11 TLA

Otro de los puntos focales en estos días son nuestras bocas, si usamos o no barbijos. Claramente nuestras bocas representan las palabras y éstas, según la Biblia, provienen del corazón. O sea, que dependiendo de cómo esté nuestro corazón, es lo que va a salir por nuestras bocas, palabras buenas o malas. 

Entonces examinemos una boca sin barbijo, es como un cesto de basura sin tapa, todo lo que hay en su interior comienza a verse y sentirse en el exterior y tanto el entorno, como nosotros mismos, nos vemos afectados por la contaminación. Muchas bocas se encuentran batallando con lo que hay dentro suyo: palabras vanas (Mt. 15:8), llenas de incredulidad, palabras que tientan y provocan (Mt. 16:1), palabras de desconfianza, de autosuficiencia, de temor, mentiras (Mt. 21:30), rechazo, maldad, blasfemias, calumnias, criticas, juicios, quejas (Mt. 20:12), falsas enseñanzas (Mt. 16:12), murmuración (Mt. 20:11), envidia (Mt. 20:15), orgullo, etc.

Y al igual que con las manos, nuestro mayor y único ejemplo a seguir es Jesús. Hagamos un recorrido por los capítulos 15 al 21 del libro de Mateo. Y veamos cómo son sus palabras, que es lo que sale de Su boca y corazón: palabras de sanidad (Mt. 15:28), de compasión (Mt. 15:32), de agradecimiento, de consejo (Mt.16:6), de autoridad (Mt.17.18), de fortaleza (Mt.17:7), de amor, palabras de fe, de perdón (Mt.18:21-22),de humildad, de compromiso (Mt. 18:19) de corrección, de interés (Mt.20:32), de alabanza y de salvación (Mt.19:25-26).

Ahora que ya tenemos una idea más clara de qué representan y para qué son nuestras manos y bocas, en intimidad con El Señor podemos comenzar a realizar la autoevaluación de la cual hablamos en un principio. Tomate un tiempo para analizar tus pensamientos y así tus acciones y palabras… El resultado queda entre vos y El Señor.

Pudimos ver que el Señor Jesús fue, es y siempre será nuestro modelo a seguir. Es Sú anhelo que podamos darnos cuenta que la mayor bendición que podemos experimentar es parecernos cada día más a Él y así poder llegar a ser de una misma mente y corazón con Él. Lo que para Él es malo, para mí también debe ser malo y debo amar lo que El ama. 

¿Cómo logramos este cambio?

El Señor nos está haciendo un llamado al arrepentimiento, a que nos volvamos a Él de todo corazón, cada día de nuestras vidas, nos está llamando a buscar Sú rostro y escudriñar Su Palabra y así, solo así, podremos comenzar a ver un cambio.  

Te invito a que oremos juntos:

Dios mío, vengo ante tu presencia, me humillo delante de ti, me arrepiento y te pido perdón por todos y cada uno de mis pecados, transgresiones e iniquidades. Tu palabra me hizo comprender que mi corazón muchas veces está lejos del tuyo y como consecuencia surgen en mí, los malos pensamientos, las palabras de maldad y las malas acciones. En el nombre de tu hijo Jesús, te pido que cambies y transformes mi corazón. Que lo limpies y purifiques, que quites toda religiosidad y que me ayudes a ser íntegro y transparente en todas las áreas de mi vida, sin importar las consecuencias. Que mi alma y mi espíritu sean sensibles a Tú voz y a Tú presencia. Siembra en mí el fruto de Tú Espíritu, que es el amor y así el gozo, la paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Ayúdame a pensar en todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo de buen nombre, en todo lo excelente y lo que es digno de alabar (Filipenses 4:8). Señor, ayúdame a ser un discípulo fiel y un imitador tuyo. Que tanto mis manos, como mi boca, comiencen a manifestar el cambio que Tú estas produciendo en mi interior. Que tanto mis manos como mi boca comiencen a glorificar y adorar tu nombre, a servir y bendecir a los que me rodean. Todo te lo pido en el nombre de tu hijo Jesucristo. Amen.



Andrea Cortez de Morel

45 añ0s, Esposa y una Mamá que Ora

Buenos Aires, Argentina

www.mamasqueoran.com


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