“Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta» 27:1
En esta oportunidad, Lucas junto a Aristarco, un creyente macedonio de Tesalónica, acompañan a Pablo en su viaje a Roma, para ayudarlo y servirlo en todas las formas que pudieran, por lo que podemos entender, Pablo no viajaba como un prisionero normal, mantenía ciertos privilegios. En el camino la travesía se hacía cada vez más peligrosa por los vientos y por la llegada del invierno, lo que traerá como consecuencia que este viaje no solo se retrase sino que haya un naufragio con peligro de muerte antes de su llegada a Roma.
Pablo en este viaje demuestra su valentía y coraje ante la adversidad enfrentada. Toma el mando de la nave, y lejos de preocuparse por su seguridad, lo hace por todos los que se encontraban a bordo. Dios le había prometido predicar en Roma y aún cuando todos habían perdido la esperanza de salvarse, el se mantenía firme creyendo en esa promesa. Pablo consulta a Dios y obtiene respuesta a través de un ángel mensajero del Señor de que ninguna vida se perdería, solo la nave sería destruida. La confianza en el Señor muestra la diferencia entre dejarse guiar por las palabras humanas o aquella que son dadas por el Espíritu Santo. Pablo se apoyó y se dio ánimo a él y a los demás en base a lo que Dios le había prometido porque las promesas de Dios son para siempre y ninguna de ellas pasarán ni dejaran de cumplirse según sus planes. Pablo fue el consolador y la guía durante el desastre.
Mateo24:35: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
Cuantas veces te has propuesto a hacer algo en tu vida y todo se ve muy bien y muy bonito, pero de pronto aparecen vientos que se tornan fuertes y llega la tempestad; a quién vas a llamar? Asegúrate de poner tus problemas o planes en primer lugar en las manos de Dios. El es la fuente de poder e iré delante de tí mostrandote el camino. Las crisis se enfrentan con fe creyendo que para Dios todo es posible.
Mil bendiciones!!!!!
Silvia L. Sanchez 
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“Por mi hijo oraba y el Señor me concedió lo que le pedí” 1Sam 1:27.
No estás sola en la lucha por tus hijos, SENTITE PARTE ¡!!
