Jesús camina por tu ciudad (JC100), la nueva campaña evangelística del Ministerio Internacional Mamás que Oran Oramos y acompañamos al obrar de Jesús y el Espíritu Santo en las 100 ciudades más pobladas del mundo – www.mamasqueoran.com – Ciudad #29: Kinshasa, Congo, por Damian Kees, un Hijo que Ora desde Buenos Aires, Argentina

LOGO2_MQO-300x182 (2)Ciudad #29: Kinshasa, Congo con una población de 7,843 mill. de habitantes.

¿No ardía nuestro corazón?

(Lucas 24:13-35)

Te invito a que camines junto conmigo hacia aquella aldea llamada Emaús y que nos imaginemos que la escena transcurre hoy en Kinshasa, en el Congo. Retrocedamos casi unos dos mil años en el tiempo. Después del atroz asesinato de Jesús, vino su sepultura y posteriormente la resurrección. Jesús debió pasar por aquella cruz para vencer a la muerte. Una vez que vuelve a tomar su vida (cuando resucita) se aparece a gran número de personas entre las cuales, y particularmente se presenta en medio de aquellos dos que iban camino a Emaús.

Sin que nadie lo haya llamado a la discusión “Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos”. Sus ojos (los de aquellos dos), dice la escritura: “estaban velados, para que no le conociesen”. Ellos estaban al día con todas las noticias, conocían todos los acontecimientos de la muerte de aquel “varón profeta”. No había nada que no supiesen, salvo unos pequeños detalles: había resucitado, era el Mesías esperado y estaba frente a sus narices.

Dice el pasaje que la distancia entre Jerusalén y la aldea de Emaús estaba a unos sesenta estadios de distancia (unos 11Km). Si Jesús se unió a caminar con ellos desde un principio nos podría dar un poco más de “2 horas con Jesús”. ¡Te imaginas caminar dos horas con Jesús!. Por como continúa el relato no cabe duda que debe haber sido la caminata más emocionante sus vidas. Sin embargo esto les dejo gusto a poco, ya que llegando a la aldea y viendo que se hacía tarde “le obligaron a quedarse diciendo: quédate con nosotros…”

Sigue el relato, el Señor parte el pan e instantáneamente se abren los ojos de aquellos dos y sin aviso previo el Señor desaparece. Acto seguido viene la gran pregunta: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (V.32)

Jesús al abrir las escrituras había empezado a encender una llama que tenía como fin principal disipar las tinieblas que estaban cegando sus ojos espirituales. Cada palabra que el Señor emitía parecía dejar un rastro de combustible en el interior de sus corazones y a medida que iba declarando lo que las escrituras decían de él, comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, ese fuego se iba propagando de tal forma que llegó a romper los corazones de piedra, convirtiéndolos en corazones de carne, hasta hacerlos arder al rojo vivo.

¿Cuándo fue la última vez que pudiste sentir una experiencia semejante?.

Hebreos 4:2 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos y discierne los pensamientos y las intensiones del corazón”, no hay nada en la tierra que tenga más poder que la palabra de Dios. La bomba nuclear puede destruir, matar multitudes y devastar grandes ciudades, pero la palabra de Dios tiene un poder vivificante único e inigualable, llega a lo más profundo de nuestro ser y puede resucitar a los que están muertos espiritualmente.

Sin embargo el diablo es el encargado de cegar el entendimiento de las personas para que a estas no les resplandezca la luz del evangelio de Cristo (2 Corintios 4:4). Después que el pecado entró al mundo el mundo quedó bajo la potestad (dominio) del maligno (del diablo 1 Juan 5:19), en otras palabras… el mundo quedó en sus manos. Por lo tanto todo hombre que nace está esclavizado al pecado, y para salir de esa cárcel y encontrar libertad se necesita de un poder mayor para el rescate. Eso se solucionó en la cruz. “Era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos…” (Hechos 17:3) “Para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, eso es, al diablo.” (Hebreos 2.14). El precio del rescate fue la sangre de Cristo, ese costo altísimo que tuvo que pagar fue por las consecuencias de nuestras rebeliones, de nuestros pecados.

Hoy día lo único que nos resta para apagar los dardos del maligno es volver a tomar el escudo de la fe y vestirnos de la armadura de Dios. No dejemos que el diablo nos meta de nuevo en la prisión de la cuál fuimos libertados.

Siempre caminamos en alguna dirección, muchas veces sin sentido, otras veces en busca de cosas equivocadas, estos dos iban caminando a una aldea llamada Emaus, ¿A qué o para qué? no sé, pero de lo que sí estoy seguro es que Dios los estaba buscando, los encontró, que les hizo oír su voz “Les abrió las escrituras” y que sus corazones empezaron a sentir ese fuego que solo Dios, por el poder de Su Espíritu, puede encender. ¿Arde tu corazón?. Quizá lo que esté faltando para que esto suceda sea simplemente que emprendas un viaje con destino a Emaús para que el Señor camine a tu lado y que juntos al abrir las escrituras tu corazón empiece a arder, te sean abiertos los ojos y puedas ver al Rey de Gloria en todo su esplendor.

Padre Celestial hoy te pedimos de común acuerdo y con fe, que así como el Señor Jesús recorría físicamente todos los pueblos y las ciudades cuando vivió como hombre, en este día se haga presente visitando las mamás, papás, hijos y abuelos, familias enteras que viven en Kinshasa. Queremos pedirte que hoy mismo el Espíritu Santo de Dios se mueva con libertad y muchas personas sean salvas y vengan al conocimiento de Jesús como Salvador y Señor de sus vidas. Te pedimos que Jesús se mueva enseñando la verdad de Dios, anunciando las buenas noticias del reino de Dios y sanando a la gente que sufre de dolores y enfermedades de todo tipo. Te pedimos que la manifestación de los hijos de Dios en Kinshasa y bendición sobrenatural sobre ellos, sus familias y que sean prosperados en todo como testimonio para Tu Gloria y Tu honra. Clamamos que sea Jesús el Señor soberano de Kinshasa. En el Nombre de Jesús. Amén.

Dios te bendiga y haga resplandecer Su rostro sobre ti.

Damian  Kees Damian Kees-HQO BsAs 

un Hijo que Ora desde Buenos Aires, Argentina

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“Por mi hijo oraba y el Señor me  concedió lo que le pedí” 1Sam 1:27.

No estás sola en la lucha por tus hijos, SENTITE PARTE ¡!!

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