Día 7/40 días con el Nuevo Testamento, la nueva campaña del Ministerio Internacional Mamás que Oran

Hoy comenzamos con el precioso evangelio según Lucas, el médico amado, capítulos 1 al 6. Ver link: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lucas+1&version=RVR1960

El Proceso “Cristo”

Teófilo,

Hay muchas historias que andan circulando sobre lo que presenciaron los seguidores de Jesús. Historias que nos han contado varios de Sus servidores. Debido a esto decidí investigar con esmero la verdad de los hechos, ahora deseo contarte la historia completa en el orden en que sucedió. Todo esto lo hago con el objetivo de que tu fe sea fortalecida.

Saludos, Lucas (Parafraseo de Lucas 1:1-4)

Al empezar a leer el evangelio de Lucas, nos damos cuenta que en su primer capítulo la historia de la humanidad se parte en dos. Comenzamos leyendo la historia de Zacarías y Elisabet, los padres de Juan el Bautista, los cuales reflejan el espíritu de todo Israel en ese entonces. Es un espíritu de pesadez pero de esperanza, un espíritu de cansancio pero de perseverancia, un espíritu de fe que se va agotando. Tanto Zacarías como Elisabet soñaban con ser padres, pero ya eran ancianos y la realidad es que no se les había dado. Oraban y clamaban a Dios pero no, no había habido una respuesta. Pero el tiempo se acercaba. Israel cargaba el mismo espíritu. Se les había prometido un Mesías hace tres mil años pero aún no se lo había hallado. Tenían esperanza, perseveraban pero no, se seguía tardando. Pero en el transcurso de seis meses todo cambió. Un día la oración de toda una vida fue contestada y la esperanza de toda una nación fue recompensada. Juan, ya le estaba preparando el camino a Jesús, mucho antes del bautismo.

Muchas veces hemos orado, ayunado y esperado por algo que le pedimos a Dios o que Dios nos prometió. Perseveramos, corrimos la carrera y guardamos la fe durante esa espera. Pero se tardó, la espera comenzó a desesperar y la fe se empezó a agotar. Pero Dios nos dice “Aún no”, como a Zacarías y a Elisabet. “¿Por qué no, Dios?”, le preguntamos. Y Él en Su inmenso amor nos dice “Estoy esperando el momento en que tu petición se alinee a mi voluntad, voy a usar tu oración para cumplir mis propósitos. Voy a usar lo que anhelas para cumplir mis diseños acá en la tierra. ¿Esperas?” Dios no le había negado un hijo a los ancianos, sino que su hijo tenía un propósito que era prepararle el camino al Mesías. Pero todavía no había llegado el momento en el que el Cristo debía de llegar. Por eso no les había llegado el hijo a Zacarías y a Elisabet. Quizás tus peticiones se tardan porque están esperando a que primero se manifieste la gloria de Dios en tu vida. Porque cuando primero busco a Cristo entonces luego encuentro lo que buscaba.

Como dije al principio, en el primer capítulo de Lucas la historia se parte en dos. Digo esto porque leemos como la promesa del Mesías es contestada. Pero Dios es un Dios de procesos, al terminar uno comienza con otro. ¿Nunca les pasó que entran a una nueva etapa de sus vidas y al principio todo es perfecto? Al principio cantan y adoran a Dios como María (Lu.1:46-56) y Zacarías (Lu.1:67-80) pero luego comienzan a adolecer. Empiezan los dolores y las incomodidades. Esto sucede porque cuando sometemos nuestros deseos, peticiones, sueños y progreso a Dios, un germen comienza a nacer. El germen de la manifestación de Su gloria. Es como que nos embarazamos del sueño de Dios para nosotros. Como todo padre, nos gozamos de la noticia del hijo por nacer. Pero luego comienzan los dolores e incomodidades. Pero nunca debemos de olvidarnos, de que todo esto lo soportamos porque tenemos nuestra mirada puesta en el alumbramiento. La vista puesta en lo que Dios está haciendo y en lo que va a manifestar en nuestras vidas.

Jesús tuvo que atravesar este proceso. Él fue prometido y revelado, nació (Lu.2:4-7), los cielos lo anunciaron (Lu.2:8-20) y fue presentado en el templo (Lu.2:21-40). Pero luego se recluyó en el anonimato para crecer. Fue un niño, un adolescente y luego llegó a la adultez. Creció, tuvo amigos, tentaciones y luchas. Momentos tristes y alegres, se enfermó y pasó hambre. Tuvo que madurar antes de manifestarse como el Hijo de Dios. Si Jesús tuvo que pasar por esto entonces nosotros también. Esto es lo que duele. Una vez que Dios te lleva a otro nivel y te da lo que deseas, vas a tener que atravesar la etapa del aprendizaje, madurez y crecimiento. Jesús transitó por todo esto antes de que pudiera manifestarse a través de Él, las siguientes cosas:

  • En el silencio formó su identidad como hijo para echar fuera demonios (Lu.4:31-37) y sanar enfermos (Lu.4:38-44).
  • En el anonimato convivió con otros y aprendió a amarlos. Sin importar que lo rechacen o se burlen de El (Lu.4:14-29). También aprendió a soportar el dolor del rechazo y pudo enseñarnos por medio del ejemplo a amar a nuestros enemigos (Lu.6:27-36)
  • Mientras crecía y aprendía del mundo, vio la vanidad de la gente, la vanidad de la religión y la opresión de la ignorancia. Se dio cuenta del sedentarismo espiritual liderado por los fariseos y su rígida aplicación de la ley mosaica. Por eso se paró firme y reestableció el Reino de los Cielos acá en la tierra. Puso el amor y el hacer el bien por encima de la ley (Lu.6:1-11).
  • Nos dio la orden de formar discípulos suyos, transmitiendo lo que hemos aprendido y difundiendo el evangelio (Lu.5:1-11).
  • Concluyó haciendo hincapié en nuestras vidas. Que debemos ser imitadores se Su vida. Él se estableció como modelo y estándar. Si no lo manifestamos a Él, si nuestros frutos no son Sus frutos entonces no somos dignos de hacernos llamar sus discípulos. (Lu.6:43-49).

Cristo fue prometido, fue revelado, nació, creció y comenzó Su ministerio. Pero la manifestación de Su gloria y el objetivo por el cual vino a la tierra es lo que estamos festejando hoy. Cristo vivió, sufrió, murió y resucitó. Dejo así el modelo supremo para todos nosotros. Vivir para Cristo, sufrir por Su causa, morir a nuestra humanidad y resucitar en Su Gloria. Permitiendo que Él se manifieste por sobre todas las cosas a través de nosotros. De la misma forma que Él se manifestó hace dos mil años al salir de la tumba. 

La gloria celestial nos espera si perseveramos y guardamos la fe.

“Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo: «Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece. Dichosos ustedes que ahora pasan hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír. Dichosos ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre. »Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo. Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los profetas.” Lucas 6:20-23 NVI

Felices Pascuas !

Franco E. Morel. 23 años. Estudiante de Abogacía y Escritor. Buenos Aires, Argentina.

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