Jóvenes de avivamiento, día 15/31, por Celina Soledad Fernández

Hoy nos toca leer Proverbios, capítulo 15. Ver link: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Proverbios+15&version=RVR1960

«Todo lo que no edifica, destruye» muchos hemos escuchado esta pequeña frase que nos brinda una gran verdad.

Cómo cristianos (pequeños cristos) ¿edificamos o destruimos?

En los últimos años he aprendido que a nuestras palabras no se las lleva el viento, todo lo que decimos tiene poder, ¿Usamos el poder de nuestras palabras para edificar o para destruir? En Mateo 12:34b dice «porque de la abundancia del corazón habla la boca», busquemos llenar nuestro corazón con la palabra de Dios, con todas las cosas hermosas que Él tiene para nosotros. Cuando leemos y estudiamos la Biblia nos damos cuenta que realmente no podemos ocultar lo que somos o fingir ser alguien más, en Proverbios 15:13 dice «El corazón alegre hermosea el rostro» esto quiere decir que lo que sentimos en nuestro corazón se refleja en nuestra cara, por más que seamos los mejores actores.
El Proverbios 15 nos cuenta de algunas formas en las que podemos ser de bendición o no. En el momento que comienza a nacer la ira, ya sea en nuestro hogar, entre nuestros amigos o entre hermanos en la fe ¿Cómo reaccionamos? Tenemos solo dos opciones muy diferentes. Por un lado podemos elegir que nuestra respuesta, nuestras palabras quiten la ira, que las nubes se dispersen y vuelva a salir el sol, o por otro lado que insisten a que el furor crezca, que nuestras palabras sean hirientes y terminen de desatar el caos. Durante mi vida comprobé que esto es real. Tuve (y aún tengo) la oportunidad de elegir entre estas dos opciones, a veces decidí que mis palabras hagan que vuelva a salir el sol pero otras veces mis palabras desataron el caos. Dios nos dice que debemos ser prudentes: meditar y pensar antes de hablar para evitar que nuestra boca derrame cosas malas, necias o que destruyan. Procuremos ser sabios, esforzarnos para compartir buenos conocimientos que edifiquen a otros.
Uno de los deseos más grandes como hijos de Dios es ser instrumentos útiles en sus manos, que Él utilice nuestras palabras para que sean consuelo y sanación para la vida de las personas. Pero ¿Estas dejando a Dios que te utilice y cumpla Su voluntad en tu vida?
Estos días, semanas y meses de cuarentena son la excusa perfecta para no cumplir con nuestro trabajo y ministerio, en esta situación corremos el gran peligro de convertirnos en perezosos y ver imposible seguir trabajando en la obra de Dios ¡No dejemos que esta situación nos gane! Debemos ser obedientes a lo que Jesús nos manda, a nuestro principal ministerio, que es llevar el evangelio a todas las personas, aún en este tiempo difícil. Por ejemplo, algo que me animó mucho es cuando vi un video de mí pastor, Don Juan Clemente, él abrió una de las ventanas de su casa, se arrimó y utilizando un megáfono compartió el evangelio a todos sus vecinos ¡Cuánto amor por las almas! Y nosotros los jóvenes ya que somos muy buenos en las redes sociales podemos utilizarlas. Pueden ser una gran herramienta para hablar del amor de Dios.
Deberíamos ocuparnos de que el día que Él venga a buscarnos nos encuentre haciendo su voluntad, esto no se trata de tener cientos de ministerios y estar en todas las actividades de la congregación, sino de obedecerle y todo lo que hagamos sea con un corazón honesto para buscar exaltar su nombre y darle toda la gloria a Él.
El texto que me gustaría regalarles a todos los que lean esto, es Proverbios 15:3 «Los ojos de Jehová están en todo lugar mirando a los malos y a los buenos», este versículo no debería causarnos miedo o incomodidad a los hijos de Dios ¡tendríamos que estar felices! ya que nos dice que su presencia está con nosotros en cualquier lugar y Él ve todo, así como los pecados, también mira cada pequeña acción buena que nadie más ve.
Los animo a que busquemos ser de bendición y edificación para las personas que nos rodean, llenemos nuestro corazón de la grandeza de Dios y reflejemos su amor en nuestro rostro y en nuestro andar.

Les mando mucho cariño y lluvias de bendiciones!

Celina Fernández, 19 años. Estudiante universitaria de Contaduría. Ministerio con niños y pre-adolecentes.
Tucumán – Argentina

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